
Una amplia gama de características geológicas, desde volcanes individuales hasta vastas llanuras de lava, proporcionan evidencia del pasado volcánico de Venus. Además, la evidencia circunstancial, como los puntos brillantes transitorios en la emisión térmica y la abundancia variable de dióxido de azufre en la atmósfera, indican que Venus aún puede estar experimentando actividad volcánica. Determinar el grado en que Venus es volcánicamente activo ayudaría a entender la abundancia de elementos volátiles e interiores del planeta y ayudaría a explicar cómo el tamaño y la composición general del casi gemelo de la Tierra divergieron tan drásticamente en la evolución geológica y atmosférica. Las futuras misiones de naves espaciales a Venus pueden detectar actividad volcánica, pero saber con qué frecuencia pueden ocurrir erupciones es importante para planificar esta búsqueda.
Paul K. Byrne de la Universidad de Washington en St. Louis y Siddharth Krishnamoorthy del Jet Propulsion Laboratory de la NASA utilizaron estadísticas para inferir la frecuencia de las erupciones en Venus. Usando la base de datos del Programa de Vulcanismo Global de la Institución Smithsonian, construyeron un catálogo de erupciones que ocurrieron en la Tierra desde 1980 hasta 2021, incluyendo datos de duración e intensidad. Eligieron al azar el 73.6% de estas erupciones para explicar el tamaño más pequeño de Venus y luego contaron los eventos nuevos y en curso de un período aleatorio de 60 días, repitiendo este proceso durante 100,000 pruebas. Descubrieron que pueden ocurrir hasta 120 erupciones nuevas o actualmente en Venus por año terrestre. Sin embargo, los investigadores advirtieron que sus conclusiones dependen de la validez de la suposición de que la actividad volcánica de la Tierra puede aplicarse a Venus.
Estas predicciones se probarán en la próxima década cuando VERITAS de la NASA y EnVision de la ESA lleguen a Venus con instrumentos para monitorear la superficie y la atmósfera y detectar cambios geomorfológicos, químicos y térmicos asociados con las erupciones. Si las estimaciones de Byrne y Krishnamoorthy resultan correctas, debería haber abundante actividad volcánica para que estas naves espaciales observen. LEE MÁS